[PDF] Meditaciones, Marco Aurelio

Por una ironía del destino, Marco Aurelio pasó la mayor parte de su gobierno empeñado en esas guerras interminables contra los bárbaros. Quien había recibido tan esmerada educación intelectual se vio envejecer en los frentes de campañas, en aquellos combates para los que nadie le había adiestrado.
Estuvo al frente del Imperio Romano veinte años y fue un gran gobernante. El último emperador de lo que historiadores próximos consideraron como la Edad de Oro del Imperio.
Sus apuntes personales, las Meditaciones, están escritos a lo largo de sus últimos años de vida. Estas notas filosóficas adquieren su dimensión dramática definitiva referidas a su trasfondo biográfico. La coherencia entre su conducta y
sus reflexiones confirman la magnanimidad personal de Marco Aurelio.
Las Meditaciones comienzan con una evocación escueta de cuatro figuras familiares: la de su abuelo paterno, su padre, su madre y su bisabuelo materno. Son las personas que influyeron en la niñez y adolescencia del futuro emperador. Y las primeras con quien él quiere cumplir una deuda de gratitud al recordarlas.
La más lejana de ellas es la de su padre, que murió cuando él tenía unos diez años. Por eso alude a «la fama y la memoria dejadas por mi progenitor». Y menciona de él, el sentido de la discreción y la hombría
Las Meditaciones, no nos ilustran sobre los acontecimientos acaecidos durante su época de emperador. Únicamente breves pinceladas dispersas sobre sus gustos y sus anhelos. Son soliloquios de un emperador preocupado por construirse una ciudadela interior que corrió mejor fortuna que su Imperio.
El arte de vivir, escribe Marco Aurelio se acerca más al de la lucha que al de la danza. Y esa postura del guerrero, digno y noble ante lo que le acontezca: muertes familiares, desastres públicos, engaños e hipocresías, cuadra al personaje.
Como buen actor desempeñó su papel en la vida, sin irritarse con el director de escena cuando éste le obligó a retirarse. «Porque fija el término el que un día fue también responsable de tu composición, como ahora de tu disolución.
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