[PDF] El placebo eres tú, Joe Dispenza

¿Acaso la FE no es creer en un pensamiento más que en ninguna otra cosa? ¿Acaso no significa aceptar un pensamiento al margen de las condiciones de nuestro entorno y entregarnos al resultado hasta tal punto que vivimos como si nuestras plegarias ya se hubieran cumplido? Se parece a una fórmula para el efecto placebo. Siempre hemos estado siendo nuestro propio placebo.

Tal vez lo más importante no sea rezar rigurosamente a diario para que se cumplan nuestros deseos, sino levantarnos de nuestra meditación como si nuestras oraciones ya se hubieran cumplido. Si lo hacemos cada día alcanzaremos un nivel mental en el que viviremos en lo desconocido y esperaremos lo inesperado. Y entonces es cuando lo misterioso llamará a nuestra puerta.

La respuesta placebo consiste en curarnos por medio de los pensamientos. Al fin y al cabo, un pensamiento no es más que una emoción sin manifestar. 

En cuanto aceptamos este pensamiento emocionalmente, empieza a volverse real, es decir, se convierte en realidad. Un pensamiento sin una impronta emocional carece de experiencia y por tanto está latente, aguardando en lo desconocido para ser conocido. 

Al tener un pensamiento para convertirlo en experiencia y luego en sabiduría, estamos evolucionando como seres humanos.

La vida que llevamos es nuestra propia iniciación en la grandeza 

Al mirarte al espejo ves tu reflejo y sabes que estás viendo tu aspecto. Pero ¿cómo se ven a sí mismos el yo verdadero, el ego y el alma? Tu vida es la imagen reflejada de tu mente, de tu conciencia, y de quien realmente eres.

Los miembros de las escuelas espirituales de sabiduría antigua no están meditando en la cima de una montaña del Himalaya esperando a iniciarnos para que nos convirtamos en místicos y santos, sino que la vida que llevamos es nuestra propia iniciación en la grandeza. 

Tal vez tú y yo debamos ver la vida como una oportunidad para irnos perfeccionando día a día y superar nuestras limitaciones con una conciencia más expandida. Así es como una persona pragmática, en vez de una victimizada, lo ve.

Al principio nos cuesta abandonar nuestra forma habitual de ver la vida para aceptar nuevos paradigmas. Es algo que nos resulta difícil e incómodo. ¿Por qué? Porque cuando cambiamos, ya no nos sentimos los mismos. Por eso mi definición de genio es sentirse incómodo y al mismo tiempo aceptar esta incomodidad. 

La historia está llena de personajes admirables que lucharon contra las creencias obsoletas de su tiempo, viviendo fuera de sus zonas de comodidad, que fueron tachados de herejes y locos para acabar siendo considerados unos auténticos genios, santos o maestros. Con el paso del tiempo se convirtieron en sobrenaturales.

Debemos hacer aquello que más nos cuesta para ser sobrenaturales

Pero ¿Cómo tú y yo podemos convertirnos en sobrenaturales? Para empezar debemos hacer aquello que más nos cuesta, es decir, ser generosos en medio de las épocas de crisis, cuando todo el mundo se siente rodeado de carencias y pobreza.

Amar cuando toda la gente está enojada y juzgando a los demás; demostrar valentía y serenidad cuando el resto está aterrado. 

Ser bondadosos cuando los demás son hostiles y agresivos; entregarnos a las posibilidades cuando el resto del mundo se abre camino a codazos para ser los primeros, intentando controlar los resultados, compitiendo con ferocidad compulsivamente para llegar a lo más alto.

Sonreír de manera cómplice ante la adversidad y cultivar una sensación de plenitud cuando nos diagnostican una enfermedad.

En semejantes situaciones no parece normal tomar esta clase de decisiones, pero si conseguimos hacerlo una y otra vez, acabaremos trascendiendo lo normal, y tú también te convertirás en sobrenatural. 

Y lo más importante es que al ser sobrenatural les estarás dando a los demás el permiso para hacer lo mismo. Las neuronas espejo se activan cuando observamos a otra persona realizando una acción. 

Nuestras neuronas reflejan las suyas, como si estuviéramos haciendo lo mismo que ella. Por ejemplo, cuando un bailarín profesional baila salsa, tú bailarás salsa mejor que antes. Si observas a Serena Williams lanzar una pelota, tú también la lanzaras mejor que antes.

La creencia fundamental es creer en ti

Si contemplas a alguien dirigiendo una comunidad con amor y compasión, tú también te conducirás en tu vida del mismo modo. Y si ves a una persona curarse a sí misma de una enfermedad al cambiar su forma de pensar, también tenderás a hacer lo mismo.

La creencia fundamental es creer en ti y en el campo de posibilidades infinitas, y cuando fusionas tu creencia en ti como conciencia subjetiva con tu creencia en una conciencia objetiva, estás equilibrando la intención y la entrega. 

Aunque no es una tarea fácil, porque si te excedes en tu intención (estarás «intentando» perseguir el resultado que deseas) y te convertirás en tu mayor obstáculo, por lo que no lograrás materializar tu visión. Y si te entregas demasiado al resultado, te volverás vago, apático y poco creativo. 

Pero si combinas una intención clara con tu firme creencia en las posibilidades, te adentraras en lo desconocido y en ese instante empezará a manifestarse lo sobrenatural. Creo que nuestro mejor momento es cuando tú y yo nos encontramos en ese estado del ser.

Cuando estos dos estados se funden, en ese instante bebemos de un manantial más profundo. Y en cuanto la plenitud, la satisfacción y el autoamor te salen de dentro porque te has aventurado más allá de lo que creías posible y has superado las limitaciones que te habías impuesto, es cuando ocurre lo inusual. 

Sentirte lleno es el estado perfecto para crear.

Sentirte feliz contigo mismo en el presente mientras cobijas un sueño sobre tu futuro es una gran receta para que se manifieste.

Cuando te sientes tan lleno que ya no te importa si «eso» te ocurrirá, es cuando se materializan en tu vida cosas increíbles ante tus propios ojos. Yo he aprendido que sentirte lleno es el estado perfecto para crear.

Lo he visto una y otra vez al presenciar auténticas curaciones en personas de todas las partes del mundo. Se sienten tan llenas que ya no quieren nada, ni sienten que les falte nada, ni intentan alcanzar nada. 

Se desprenden de todo y, para su sorpresa, les responde algo más grande que ellos mismos y entonces se echan a reír por lo sencillo que ha sido el proceso.

Fragmentos del libro.

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