
La realidad muestra que nos convertimos en lo que pensamos; somos la manifestación concreta de nuestras creencias más profundas y “nuestros resultados tienen el mismo tamaño que el de nuestras ideas”.
Si somos mezquinos para pensar en nuestros triunfos, él éxito será escaso en nuestra vida. Por el contrario, si imaginamos generosamente lo bueno y positivo para nosotros, entonces iremos encontrando, más fácilmente, prosperidad a lo largo de nuestro camino.
Dice el Saint Germain: “Cuando el estudiante comprende que aquello en lo que él conecta su atención se le adhiere; que se convierte en él mismo ó (dicho de otro modo, que él se convierte en aquello en que se concentra con toda la intensidad que él emplee; verá la importancia de mantener su atención lejos de todo lo destructivo en la experiencia humana”.
Por lo tanto, si prestamos mayor atención a cómo estamos pensando las relaciones, las situaciones, la vida e incluso a nosotros mismos; podemos darnos cuenta de qué ideas y creencias nos están jugando en contra y mejorarlos de inmediato.
Descubriendo las Leyes Universales o Cósmicas
Recién en estos tiempos estamos más preparados para comprender más profundamente el funcionamiento de nuestra mente. Hoy podemos aceptar con menos resistencias la existencia de las llamadas Leyes Universales o Cósmicas como verdades irrefutables. Una de ellas es la Ley Menta. que consiste en el hecho de que todo lo que cobra vida en la dimensión física visible- externa; es generado desde el plano mental (o mundo de las ideas).
Ningún pensamiento es sin efectos. Si pudiéramos verlos, ver sus formas y sus consecuencias por anticipado; nos horrorizaríamos por el uso inadecuado que hacemos de esta herramienta de poder creador y querríamos transformarlos de inmediato.
Cada vez que pensamos algo, una parte de nuestra corriente de energía se mantiene activa y ligada al cumplimiento de esa creación. Si, hasta ahora, no hemos sido muy consientes del tipo de formas mentales, hacia las que estamos dirigiendo esa buena parte de nuestra energía; aumentan notablemente las probabilidades de estar creando algo limitado para
nosotros mismos y para los demás.
La clave para hacer un óptimo aprovechamiento de esta Ley es centrar nuestra voluntad en decretarnos sin límites lo positivo; lo bueno y lo benefactor (lo constructivo). Estar presentes allí hará que vayan desapareciendo espontánea y fácilmente de nuestra programación mental los miedos (pensamientos ilusorios y limitantes).
Las dudas (pensamientos contradictorios, en lucha) y el pesimismo (pensamientos negativos y de fracaso). De otro modo, estaremos sumando Karma negativo en nuestros haberes existenciales.