
La vida es una constante lucha contra las adversidades, los obstáculos y las opiniones ajenas. Muchas veces, nos sentimos tentados a rendirnos, a dejar de perseguir nuestros sueños, a conformarnos con lo que tenemos. Pero eso sería un grave error, porque estaríamos traicionando nuestra esencia, nuestra razón de ser, nuestro propósito en este mundo.
No podemos dejar que los demás nos digan lo que podemos o no podemos hacer, lo que merecemos o no merecemos, lo que somos o no somos. No podemos dejar que los demás nos roben la ilusión, la esperanza, la alegría. No podemos dejar que los demás nos hagan infelices.
Tenemos que ser fieles a nosotros mismos, a nuestros valores, a nuestros principios, a nuestros ideales. Tenemos que amarnos, respetarnos, valorarnos, cuidarnos. Tenemos que luchar por lo que queremos, por lo que nos apasiona, por lo que nos hace felices. Tenemos que hacerlo por nosotros, por amor propio, por respeto al que nos creó para que fuéramos triunfadores.
No importa cuántas veces caigamos, lo importante es levantarnos y seguir adelante. No importa cuántas críticas recibamos, lo importante es confiar en nosotros y en nuestro potencial. No importa cuántas dificultades enfrentemos, lo importante es superarlas y aprender de ellas.
No le demos gusto a esas personas que no nos quieren ver triunfar, que nos envidian, que nos desean el mal. Demostremos con hechos que somos capaces de lograr todo lo que nos propongamos, que somos más fuertes de lo que pensamos, que somos más grandes de lo que creemos.
No decidamos rendirnos, decidamos triunfar.