Somos los creadores de la realidad en la que vivimos. La ciencia se va acercando cada día más a esta afirmación. Los pensamientos negativos o positivos influyen de manera directa en el estado de salud, en nuestras células y en nuestra predisposición ante la vida. Si aprendemos a cambiar a voluntad los pensamientos, sentimientos y comportamientos nos sorprenderemos gratamente de los cambios tan increíbles que llegaremos a experimentar.
En este libro el autor nos ofrece un viaje por los tres jardines de nuestra vida: el interior, el compartido y el exterior. Si queremos una vida completa lo primero es regar nuestro jardín interior, ocupándose de la autoestima, valoración y crecimiento personal.
Tu mente es la responsable de la dirección que lleva tu vida. Lo sé, a veces nos cuesta reconocerlo. Y tu mente no es sino un filtro integrado por las ideas, pensamientos y creencias formados como consecuencia de las experiencias que has vivido.
El cerebro es el órgano encargado de gestionar tu mentalidad. Asimismo, como probablemente sabrás, es el responsable del equilibrio del organismo. De ahí, la intrínseca relación entre cuerpo y mente y sus consecuencias.
Si tienes pensamientos recurrentes que te impiden realizar lo que necesitas para vivir con plenitud, es probable que sientas un alto grado de insatisfacción. Podrías decir que tienes una mentalidad “tóxica” en un área de tu vida que no estás desarrollando. Debido a su correlación innata con el cuerpo, esta mentalidad insatisfecha ocasiona a la larga síntomas físicos como dolor, ansiedad, insomnio y otras somatizaciones.
La buena noticia es que tu cerebro y, por tanto, tu mentalidad, puede modificarse y crear nuevos patrones de funcionamiento más saludables. En otras palabras, es posible y factible pasar de una mentalidad “tóxica” a una mentalidad saludable.
Cualquier cambio de hábito que quieras incorporar, cualquier ayuda externa a la que recurras para mejorar tu vida, implica también un cambio de mentalidad para lograr esos objetivos. Revisar y modificar tu mentalidad es el antídoto definitivo contra el estrés, el malestar físico y el sufrimiento en general.
El cuerpo es nuestro principal activo. Su capacidad sensorial nos permite disfrutar con los cinco sentidos, vivir emociones que nos elevan y acceder a lo que el universo pone a nuestra disposición en cada momento. Es el vehículo que necesitamos para disfrutar de nuestro paso por este mundo.
Vivir con insatisfacción o sufrimiento repercute en todo el organismo, incluido el cerebro. Creemos, de manera errónea, que no podemos cambiar esos pensamientos repetitivos y esas emociones que nos desgastan. Descuidamos así no solo la salud mental. También la física.
La inteligencia emocional es la clave para cuidar esta salud global. Lo escuchamos por todas partes, especialmente en lo referente a educación infantil. De ahí que se valore su aplicación en el momento de la formación del carácter, pero se duda de su efectividad a la hora de modelar una personalidad adulta consolidada. Nos cuesta dedicar tiempo para aprender a entender y gestionar nuestros estados emocionales.
Crear la vida y la salud que deseas es algo que necesitas plantearte como una posibilidad real. Mucha gente lo percibe como una utopía. O piensa que es tarde para lograrlo.
Hay personas que cuidan su cuerpo con una actividad física intensa, una alimentación equilibrada… y, sin embargo, no disfrutan de una salud óptima. También está la otra cara de la moneda: personas que sienten la felicidad en sus vidas, que viven tranquilas y sin preocupaciones, disfrutando de cada día sin estrés, inseguridades o tristezas. Pero tampoco su salud es óptima porque no cuidan su parte física, comen mal y llevan una vida sedentaria.
Tu cuerpo agradece no solo que hagas ejercicio y cuides tu alimentación. También necesita que cuides tu mente. Y aquí nos perdemos. Cuando nos damos cuenta de que hemos engordado o que nos está doliendo la espalda, conocemos varias estrategias para resolver el problema.
Podemos apuntarnos a un gimnasio, acudir a pilates, pedir cita con el fisioterapeuta… Pero ¿y la mente?, ¿Cómo la cuidamos para prevenir problemas? Al no tener una respuesta para ello, nos olvidamos de este 50 por 100 que supone la mente para nuestra salud.
Cultivar una mente sana no es un proceso fácil. Contamos ya con unas ideas, creencias y valores que hemos ido asumiendo como válidos desde la infancia. Pensamos que esa mentalidad es la correcta. Y a través de ella tendemos a valorar las cosas por buenas o malas, correctas o incorrectas.