
Muchos de nosotros vivimos nuestras vidas sin cuestionarnos muy seriamente el origen de nuestro sufrimiento; ya sea el mío como individuo o bien en el plano social, con sus profundas divisiones grupales o sus tremendos conflictos nacionales, religiosos, guerras, etc.
Sin darnos cuenta estamos construyendo un mundo cada vez más competitivo: vivimos la vida como si se tratara de una guerra de todos contra todos en la cual tengo que ser el mejor, el más inteligente, el más atractivo o exitoso.
Vivimos bombardeados y sometidos a enormes presiones por los medios de comunicación; tenemos que estar siempre a la altura de los ideales de felicidad, de belleza o de éxito, así como promover esa imagen en nuestras redes sociales para no sentirnos inadaptados.
nuestra realidad interna es con frecuencia muy diferente: a pesar de nuestros selfies sonrientes, solemos sentirnos tristes, solos, vacíos o ansiosos. Estamos en una constante lucha, tratando de eliminar los pensamientos y emociones que nos desagradan, y de huir de nuestros temores.
Nunca antes se habían consumido tantos ansiolíticos y antidepresivos, síntoma de que a pesar de las apariencias, estamos sufriendo enormemente. Por otro lado, jamás en la historia de la humanidad han existido tantas potenciales amenazas tecnológicas con la capacidad de destruir tanto al individuo como a toda nuestra especie; desde el acoso cibernético hasta las bombas nucleares. ¿Es este el legado que queremos dejar a nuestros hijos y el mundo que queremos que habiten?
Muchas gracias por orientarnos en esta vida que llevamos. Hay que reflexionar y hacer cambios!!!
Gracias por visitar nuestro blog, bendiciones…