La libertad primera y última, PDF – Krishnamurti

El conocimiento abunda, pero es esquivo. Todo aquel que en su corazón lo anhele, lo va a encontrar.
Aunque muchos en este tiempo se muestren bondadosos, y se autodenominen iluminados, hay que dudarlo un poco. La hipocresía del hombre ha llegado a niveles insospechados; por eso es sumamente importante desarrollar facultades intuitivas que nos ayudaran a caminar seguros por el camino de la luz.
El hombre es un ser anfibio que vive a un tiempo en dos mundos: el mundo de lo dado y el mundo de lo hecho por él mismo; el mundo de la materia, la vida y la conciencia, y el mundo de los símbolos.
En nuestro pensar utilizamos un repertorio de sistemas que son símbolos: el lenguaje, las matemáticas, el arte pictórico, la música, el ritual y lo demás.
Sin el sistema de símbolos no habría arte, ni ciencia, ni filosofía, ni siquiera tendríamos los rudimentos de la civilización: en otras palabras descenderíamos a la animalidad.
La autocomprensión sin opción nos lleva a la Realidad creadora, que está debajo de todas nuestras ilusiones destructivas; nos lleva a la serena sabiduría que siempre está allí a pesar de la ignorancia, a pesar del conocimiento, que es meramente otra forma de la ignorancia.
El conocimiento es cuestión de símbolos, y es, con demasiada frecuencia, un estorbo a la sabiduría, al descubrimiento de uno mismo de instante en instante.
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