
En un mundo tan confuso y violento, donde existen todo tipo de rebeliones que se justifican de mil maneras, se espera que se produzca alguna reforma social, una realidad diferente y mayor libertad para el hombre.
En cualquier país o región, bajo la bandera de la paz hay violencia; en nombre de la verdad hay explotación, desdicha, y millones son los que mueren de hambre; hay represión bajo las grandes tiranías y una gran injusticia social.
Hay guerras y servicio militar obligatorio y evasión de dicho reclutamiento. Hay realmente gran confusión y violencia terrible; el odio es justificado, y se acepta todo tipo de escapes como norma de vida.
Nos encontramos con la dificultad de que nuestro cerebro se rige por los viejos hábitos, como un gramófono que toca la misma melodía una y otra vez. Mientras continúe ese sonido, ese hábito, no seremos capaces de escuchar nada nuevo.
El cerebro ha sido condicionado para pensar de una determinada manera, para reaccionar de acuerdo con nuestra cultura, tradición y educación. Cuando ese mismo cerebro trata de escuchar algo nuevo, no es capaz de hacerlo.
Debemos ser serios al enfrentamos al caos que hay en el mundo, a la incertidumbre, la destrucción, las guerras, a este mundo en que todos los valores han sido descartados por una sociedad totalmente permisiva, tanto en lo sexual como en lo económico. No hay moralidad ni religión; todo eso está siendo desechado. Uno ha de ser, pues, total y profundamente serio.