Elogio a la vida, PDF, Alexandra D. Néel

Elogio a la vida, PDF, Alexandra D. Néel

Cuando se constituye un organismo, todas sus fuerzas tienden hacia un mismo objetivo. Mantener su existencia personal, alimentándose y defendiéndose contra cualquier influencia que pueda destruirla o disminuirla.

En la Naturaleza, todos los seres se esfuerzan por vivir, todos buscan, según sus facultades, el goce que da la satisfacción de la necesidad. Todos huyen del sufrimiento, de la privación, que es una restricción, una disminución de la vida.

Durante la primera infancia, el hombre es todavía inconsciente o, más bien, no ha deformado ni falseado aún su conciencia normal y, como los demás seres, sigue esta tendencia universal.

Más tarde, cediendo a las sugestiones del ejemplo, a las falsas nociones que se le enseñan, llega a someter su naturaleza, a dominar los impulsos de su personalidad, a dejar actuar, sin combatirlas, las influencias que pesan sobre su propia vida.

Mejor no haber visto crecer a un niño, para ignorar las luchas del sentimiento natural para preservar de la vida. Y de satisfacción del instinto provoca entre el niño y sus educadores, empeñados en formarlo.

El hombre ya no es el ser caído, obligado a refrenar la voz de su instinto perverso. Como cualquiera de los seres existentes en el Universo, no está condenado a detestar. O a menospreciar su cuerpo y el pensamiento que de él emana.

La ciencia no nos ha mostrado nunca una ley fuera de las propiedades inherentes a los elementos de la materia que implique la adhesión del hombre a una regla cuya sanción no se halle en él mismo, en las necesidades de su organismo.

El hombre no tiene razón alguna para creerse excluido de esta ley universal. En su calidad del más perfeccionado de los seres conocidos, siente en el fondo de sí. Tal como lo sienten los más humildes de sus hermanos en la existencia, un ardiente e impetuoso deseo de vivir intensamente, sin mengua ni restricción.

Cuando las condiciones del entorno permiten que los hombres empiecen a reflexionar, aquellos. Cuya mentalidad está más desarrollada sienten el deseo de lograr la obediencia de los demás. Ya sea por un interés puramente egoísta, o en la mayoría de los casos por un ideal de vida…

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