
La vida, en todas sus actividades, dondequiera que ella se manifieste, es DIOS en acción. Es por la falta de conocimientos en la forma de aplicar el pensamiento-sentimiento. Que los humanos siempre están interrumpiendo el paso a la Esencia de Vida.
La tendencia natural de la Vida es Amor, Paz, Belleza, Armonía y Opulencia. A ella le es indiferente quien la use y continuamente, está surgiendo para manifestar de más en más su perfección. Y siempre con ese impulso vivificador que le es inherente.
Cada vez que te encuentres comenzando a decir, o a comentar que estás enfermo, pobre, o en otras situaciones adversas. Instantáneamente invierte la condición fatal para tu progreso. y declares mentalmente, pero con toda la intensidad de tu «YO SOY». Ya que Él es todo salud, opulencia, felicidad, paz y perfección.
Cesa de darles poder a las condiciones exteriores, a personas, lugares y cosas. El YO SOY es el poder de reconocer la Perfección en cada uno y en todas partes. Cuando piensas en la expresión YO SOY, significa que tú ya sabes que tienes a Dios en Acción expresando en tu vida.
Así, recordándote esta presencia invencible, mantienes la puerta abierta para que ÉL teja en tu manifestación exterior toda Su Perfección. No creas que puedes continuar usando decretos errados y que de alguna manera se van a enderezar y vas a manifestar cosas buenas, porque es imposible que eso suceda.
Fíjate bien en la afirmación: YO SOY la puerta abierta que ningún hombre puede cerrar. Si tú pudieras realizarlo, tienes la llave que te permite atravesar el velo de la carne, y llevando contigo toda la conciencia imperfecta que hayas acumulado, la puedes transmutar, o elevarla a esa perfección a la cual has entrado.
Tal es el amor y la libertad en que los Hijos de Dios tienen el privilegio de actuar. No hay sino un solo proceso invencible, evolucionador y es a través del poder de generar conscientemente el Amor Divino.
El Amor, siendo el eje de toda vida, cuanto más lo usemos conscientemente, más fácil y rápidamente liberaremos el magno Poder de Dios que, como una gran fuerza acumulada, siempre está esperando una apertura para proyectarse por nuestra propia conciencia.