
Enrique de las Alas – Pumariño Mranda Dr. Ingeniero Industrial por la Escuela de Madrid.iranda Dr. Ingeniero Industrial por la Escuela de Madrid. Ha desarrollado su vida profesional durante más de treinta años en el sector químico, ocupando puestos directivos en la industria petroquímica del Grupo Repsol; entre ellos el de Director de Paular S.A., compañía Italo – Española, fabricante de Poli-propileno y Acrilonitrilo.
El título de este libro se explica por si solo y tiene por objeto dirigir la atención, rápidamente; hacia los riesgos más obvios y naturales de la actividad que deseamos desarrollar en este caso, establecer un acuerdo, del mismo modo que harían con sus temas respectivos otros libros posibles que se titulasen “Cómo ser rico sin que se entere la gente”, o Cómo ir al cielo sin pasarlo mal.
Su finalidad es por lo tanto, aclarar al lector o lectora, de una manera inmediata e intuitiva; cual es el propósito del libro que tiene entre sus manos; aún a riesgo de incurrir en su desconfianza al marcar una meta tan difícil como la de aprender ruso en diez días.
Creo que bien merece la pena hacer un esfuerzo, para conseguir los mejores resultados posibles en este peligroso campo de actividades; a pesar de la dificultad del objetivo propuesto por dos razones principales: Establecer acuerdos es decir, negociar constituye un quehacer ineludible, que implica a todos y cada uno de los seres humanos, y la importancia de los intereses en juego es prácticamente inconmensurable, si se tiene en cuenta que afecta a casi todas nuestras actividades.
Ciertamente , Aparte del sexo, las negociaciones constituyen la implicación más común y problemática de una persona con otra, y las dos actividades no son independientes, tal como dijo el famoso economista Kenneth Galbraight: «Vivir es ocuparse, vivir es hacer, vivir es practicar, la vida es una ocupación con las cosas», es decir, un manejo de las cosas, un quitar y poner cosas, un andar entre cosas, un hacer con las cosas esto o lo otro…» y el hombre es una cosa entre las cosas, un pedazo de mundo. Por ello nuestro vivir es convivir”. Hasta tal punto es la convivencia la que marca la esencia del ser humano que éste ha sido considerado desde la antigüedad.