Crítica y verdad, PDF, Roland Barthes

Crítica y verdad, PDF, Roland Barthes

Lo que se llama nueva crítica no data de hoy. Desde la Liberación se emprendió cierta revisión de nuestra literatura clásica al contacto de nuevas filosofías, hecha por críticos muy diferentes.

Lo que sorprende en los ataques recién lanzados contra la nueva crítica es su carácter inmediatamente y como naturalmente colectivo.

Se anhela herir, reventar, golpear, asesinar la nueva crítica, arrastrarla al correccional, a la picota, hacerla subir al patíbulo.

En suma, la ejecución de la nueva crítica parece una tarea de higiene pública, a la que había que atreverse y cuyo triunfo causa alivio.

Mientras la crítica tuvo por función tradicional el juzgar, sólo podía ser conformista, es decir conforme a los intereses de los jueces. Sin embargo, la verdadera crítica de las instituciones y de los lenguajes no consiste en juzgarlos, sino en distinguirlos, en separarlos, en desdoblarlos.

Para ser subversiva, la crítica no necesita juzgar: le basta hablar del lenguaje, en vez de servirse de él. Lo que hoy reprochan a la nueva crítica no es tanto el ser nueva: es el ser plenamente una crítica. Es el distribuir los papeles del autor y del comentador y de atentar, mediante ello, al orden de los lenguajes.

Aristóteles ha establecido la técnica de la palabra ficticia basándose en la existencia de cierto verosímil, depositado en el espíritu de los hombres por la tradición, los Sabios, la mayoría, la opinión corriente, etc.

Lo verosímil en una obra o en un discurso consiste en que no contradiga ninguna de esas autoridades. Lo verosímil no corresponde fatalmente a lo que ha sido, ni a lo que debe ser, sino sencillamente a lo que el público cree posible. Y que puede ser en todo diferente de lo real histórico o de lo posible científico.

Si pasamos a las demás reglas de lo verosímil crítico, habrá que descender más bajo, abordar censuras irrisorias, entrar en debates anticuados, dialogar a través de nuestros viejos críticos de hoy con los viejos críticos de antes de ayer, Nisard o Népomucène Lemercier…

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