
La culpa, es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano y, al mismo tiempo; una de las maneras más utilizadas para manipular a los otros.
Los psicólogos establecen que, la culpa es la diferencia entre lo que hice, y lo que debería haber hecho; entre lo que quiero y lo que debería hacer.
La culpa es una emoción que nos paraliza, que nos impide seguir desarrollando todo el potencial que tenemos; la culpa es venganza, bronca y boicot contra uno mismo. Vivir con culpa es vivir con cadena perpetua. Es condenarse a vivir insatisfecho, victimizándose todo el tiempo por la vida que nos ha tocado vivir.
Cada uno de nosotros hemos nacido con un propósito único y especial, con un sueño que sólo nosotros mismos podemos cumplir. Cuando una de las áreas de nuestras vidas, no alcanza toda su capacidad de expresión; nos sentimos con culpa, nos volvemos vulnerables a la queja, a las demandas y a la manipulación.
Si le damos permiso a la culpa, que para que crezca y ocupe cada vez más espacio dentro de nuestras emociones; ésta se convertirá en la causante de una depresión que sabremos dónde comienza pero no dónde termina.
Quienes viven con culpa establecen dentro de sí pensamientos rígidos, normas inflexibles y principios imposibles de alcanzar; cuyo objetivo final es boicotear el éxito, obligándose así a vivir en medio de un fracaso continuo.
Sentimos culpa por ser felices: ¿cómo puedo ser feliz yo, si mi mamá, mi hermana y mi tía están separadas y solas? Y así es como boicoteas tu matrimonio.
¿Cómo puedo yo disfrutar de comprarme un par de zapatos nuevos si mi hermana no tiene trabajo? Pues bien, puedes comprarte los zapatos y también ayudar a tu hermana, siempre y cuando ella no esté abusando ni manipulando tus emociones…