Apartes del libro, Se amable contigo mismo

En esta sociedad increíblemente competitiva, ¿cuántos de nosotros se sienten realmente bien consigo mismos? Sentirse bien parece algo muy efímero, sobre todo porque necesitamos creernos «especiales y por encima de la media» para tener una autoestima alta. Cualquier cosa por debajo de ese estado parece un fracaso.
El deseo de sentirse especial es comprensible. El problema es que resulta imposible, por definición, que todo el mundo esté por encima de la media al mismo tiempo. Aunque destaquemos en uno u otro campo, siempre hay alguien más inteligente, más guapo, más brillante. ¿Cómo afrontamos eso? No muy bien.
Para vernos desde una perspectiva positiva tendemos a inflar nuestros egos y menospreciar a los demás, de manera que salimos ganando con la comparación. Sin embargo, esa estrategia tiene un precio: nos impide desarrollar todo nuestro potencial en la vida.
Somos seres humanos y a menudo cometemos errores
Todos cometemos errores en un momento u otro, es natural. Y, si lo pensamos bien ¿por qué debería ser de otro modo? ¿Acaso firmamos un contrato antes de nacer prometiendo que seremos perfectos, que nunca nos equivocaremos y que nuestra vida será exactamente como nosotros queramos?. La mayoría de nosotros nos comportamos como si hubiese ocurrido algo terrible cuando fallamos o cuando la vida da un giro indeseado o inesperado.
Uno de los inconvenientes de vivir en una cultura que ensalza el valor de la independencia y los logros individuales es que si no logramos nuestros objetivos imaginarios, nos vemos obligados a culparnos a nosotros mismos.
Y si somos culpables, no merecemos compasión, ¿verdad? Pero la verdad es que todo el mundo merece compasión. Solo por el hecho de ser seres humanos conscientes que vivimos en este planeta somos valiosos por naturaleza y merecemos cariño.
Según el Dalai Lama, los seres humanos deseamos la felicidad por naturaleza y no queremos sufrir. Por ese motivo todo el mundo intenta conseguir la felicidad y librarse del sufrimiento, y este es un derecho fundamental para todos nosotros. Si tenemos en cuenta el verdadero valor de un ser humano, todos somos iguales.
La compasión hacia uno mismo consiste en desear salud y bienestar
A pesar de todo, muchas personas se resisten a sentir compasión hacia uno mismo. ¿No es en realidad como tener pena de uno mismo? ¿O una manera edulcorada de referirse a la auto complacencia?. La compasión hacia uno mismo consiste en desear salud y bienestar, y conduce a un comportamiento proactivo para mejorar la situación personal.
Tener compasión hacia uno mismo no significa creer que mis problemas son más importantes que los tuyos, sino pensar que mis problemas también son importantes y requieren mi atención.
Por tanto, en lugar de criticarte por tus errores y tus fracasos, puedes utilizar la experiencia del sufrimiento para ablandar tu corazón. Puedes deshacerte de las expectativas de perfección poco realistas que te hacen sentir insatisfecho y abrir la puerta a una satisfacción real y duradera. Y todo eso lo conseguirás si te brindas la compasión que necesitas en cada momento.
No es posible tener la autoestima alta en todo momento, y tu vida continuará llena de imperfecciones, pero la compasión hacia uno mismo siempre estará ahí, esperándote como un refugio seguro. Tanto en los buenos tiempos como en los malos, si te sientes en la cima del mundo o en lo más profundo de un pozo, la autocompasión te ayudará a seguir adelante y a trasladarte a un lugar mejor.
No tiene que ocurrir nada especial para que seas feliz
Apreciarnos nos permite deleitarnos en lo positivo de nosotros mismos y de nuestra vida. Y lo más maravilloso es que no tiene que ocurrir nada especial o fuera de lo común para recurrir a esa fuente de bienestar. Sentirse bien puede ser algo muy normal, pero también es renovador y maravilloso.
No es necesario que ocurra algo novedoso para detenernos a oler las rosas. Solo hay que prestar atención a lo que tenemos delante de nuestras narices. En lugar de pasarnos el día en el modo de resolución de problemas, pensando principalmente en lo que queremos arreglar de nosotros mismos o de nuestra vida, podemos hacer varias pausas a lo largo de la jornada para maravillarnos ante lo que no está estropeado.
Puedes sentir lo maravilloso que resulta tener un cuerpo lleno de vida ahora mismo, mientras lees estas palabras. Puedes considerar el asombroso hecho de que observando unos garabatos en una página eres capaz de recibir y conservar la transmisión de ideas. Aunque no nos conozcamos, nuestras mentes pueden comunicarse a través del poder de la palabra escrita. ¡Maravilloso!
Puedes sentir la suave frescura de tu aliento cuando el aire entra y sale por tus fosas nasales, apreciando al máximo el proceso que hace posible la vida y que pasamos por alto. La maravilla de la existencia cotidiana supera en mucho nuestra capacidad de captarlo todo, pero con solo apreciar una pequeña parte podemos incrementar nuestra felicidad en gran medida.
En conclusión
El aprecio por uno mismo es un don que está ahí para que lo tomemos. Todos tenemos aspectos de nosotros mismos y de nuestras vidas que merecen ser apreciados. Lo bueno y lo hermoso están a nuestro alrededor. Y en nuestro interior. El esplendor es una cualidad humana y nos pertenece a todos.
El aprecio y la compasión por uno mismo son en realidad dos caras de la misma moneda. El primero se centra en lo que nos aporta placer y la segunda en lo que nos hace sufrir. Uno celebra nuestros puntos fuertes como humanos, la otra acepta nuestras debilidades. Lo que realmente importa es tener abiertos el corazón y la mente. En lugar de evaluar, comparar, resistirnos, obsesionarnos y distorsionar continuamente, nos limitamos a abrirnos para vernos a nosotros y a nuestras vidas tal como son, en toda su gloria y su ignominia. Abrirnos al amor por toda la creación, nosotros incluidos, sin excepción.
Mientras transitamos por los triunfos y las tragedias de nuestra vida, nos relacionamos con bondad con todo lo que nos rodea. Sentimos la interconexión con todos y con todo. Tomamos conciencia del momento presente sin juzgarlo. Experimentamos todo el espectro de la vida sin necesidad de cambiarlo.
No tenemos que ser perfectos para sentirnos bien con nosotros mismos, y nuestra vida no tiene que ser de una determinada manera para ser felices. Todos tenemos la capacidad de resistir, crecer y ser felices. Es suficiente relacionarnos con nuestra experiencia con compasión y aprecio…
0 comentarios