
El propósito de este libro es describir estas estaciones que se repiten en un matrimonio, para ayudarles a ti y a identificar en qué estación estan, y mostrarles cómo salir de la inestabilidad del otoño o de la soledad y frialdad del invierno para llegar a la esperanza de la primavera y a la intimidad del verano.
Las siete estrategias que se presentan en la segunda parte de la obra no evitarán que tu matrimonio experimente el otoño o el invierno, pero te presentarán pasos positivos que pueden dar para sacarle el mayor provecho posible a cada estación, prepararse para la siguiente y hacer avanzar su matrimonio para que llegue a la primavera y al verano.
Desarrollo de destrezas para hacer frente a cada estación del matrimonio
Las estaciones del matrimonio llegan y pasan. Cada una tiene su potencial de salud emocional y felicidad, pero también sus desafíos. La clave es desarrollar las destrezas necesarias para mejorar su matrimonio en las cuatro estaciones.
La institución social del matrimonio es, primero y principalmente, una relación de pacto en la cual un hombre y una mujer se comprometen a una asociación de por vida.
En el relato bíblico de la creación, el deseo expreso de Dios es que los dos se fundan en un solo ser. Por lo tanto, en el corazón del matrimonio se encuentra la idea de unidad, lo cual es lo opuesto de soledad.
Entonces, del relato de la creación de Génesis, queda totalmente claro que Dios no quiso que los hombres y las mujeres vivieran solos. Algo en lo profundo del hombre clama por vivir con una mujer, y la mujer tiene un deseo similar de intimidad con un hombre.
El matrimonio está diseñado para satisfacer esta profunda búsqueda de intimidad. Por tanto, el matrimonio no es simplemente una relación; es un vínculo íntimo que abarca todos los aspectos de la vida: intelectual, emocional, social, espiritual y físico.
En una relación matrimonial, el marido y la mujer comparten la vida entre sí de la forma más profunda. Se ven a sí mismos como un equipo unido, no como dos individuos que se encuentran viviendo en proximidad cercana. Debido a que el deseo y el impulso por la intimidad se encuentran en el centro mismo del matrimonio, los individuos involucrados sienten que tienen problemas cuando no se obtiene esta intimidad.
El matrimonio como desarrollo espiritual
El matrimonio es también una relación de propósito. Por ejemplo, toda investigación indica que un matrimonio íntimo provee el ambiente más productivo y seguro para criar hijos. Pero la procreación no es el único propósito del matrimonio. A cada persona Dios le ha dado ciertas posibilidades latentes. La asociación matrimonial es un ambiente ideal para nutrir y desarrollar estos dones y habilidades.
Como observa el escritor del antiguo libro de Eclesiastés: «Es mejor ser dos que uno… uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas». Todas las parejas casadas han experimentado la realidad de este principio. Dos valen más que uno.
El marido y la mujer están diseñados para complementarse mutuamente. Cuando el hombre es débil, su esposa es fuerte; cuando ella tropieza, él está allí para levantarla. La vida es más fácil cuando dos corazones y mentes están comprometidos para trabajar juntos y enfrentar los desafíos del día.
Las relaciones matrimoniales cambian constantemente. Las actitudes se modifican, las emociones fluctúan y las formas en que los cónyuges se tratan mutuamente oscilan entre amorosas y no tan amorosas. A veces, el cambio está fuera de nuestro control.